jueves, 30 de julio de 2009

GRIPE A: CAMBIO DE CRITERIOS


SALUD-AMÉRICA DEL SUR: OPS cambia criterios de control de gripe A
Por Marcela Valente

BUENOS AIRES, 15 jul (IPS) - En una reunión de ministros de Salud de Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Uruguay y Paraguay, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) pidió modificar el control de la pandemia de gripe A en la región para dejar de centrarse en la cantidad de víctimas y pasar a observar la respuesta sanitaria.

En una carta, la directora de la OPS, la argentina Mirta Roses, explicó a los ministros reunidos en Buenos Aires que el registro de afectados "cada vez refleja menos la situación real" de la enfermedad y sólo indica "las fortalezas de los sistemas de vigilancia, las capacidades de laboratorio y la transparencia en la información".

Para la OPS, las pruebas de laboratorio "deben servir ahora para confirmar infecciones en nuevas áreas, para comprobar la existencia del virus en casos graves y en los fallecidos, y para monitorear la co-circulación del virus pandémico y otros virus respiratorios", precisó.

Las recomendaciones llegaron a la reunión de ministros, convocada para analizar la rápida expansión de la pandemia en el cono sur de América y dentro de cada país, intercambiar criterios para combatirla e informar sobre su evolución.

La principal inquietud era conocer por qué en Argentina se han registrado más muertes que en los países vecinos.

En vísperas del encuentro ministerial, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, había manifestado su disconformidad con el listado de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que informa periódicamente sobre el número de contagiados y muertos en cada país e inclusive sembró dudas sobre los datos que entregan otros países.

"Nosotros sí damos los datos. Argentina es el país que da a conocer realmente todas las cifras", remarcó Fernández para justificar que este país es el que acusa mayor número de muertos en la subregión. "Es apresurado hacer evaluaciones sobre si estamos primeros, segundos o terceros" en la lista de fallecidos, cuestionó.

El Ministerio de Salud informó esta semana que son 137 los muertos por influenza A/H1N1 y unos 120.000 los contagiados. Pero datos brindados por las provincias en los últimos días elevan el número de muertes a 145, en definitiva cifras superiores a los 124 registrados en México, uno de los países donde se originó la pandemia.

La mortalidad en Argentina contrasta con la de sus vecinos. En Chile se cuentan 33 fallecimientos, en Uruguay 15, en Bolivia y en Brasil, cuatro y en Paraguay, tres.

En los últimos días se especuló incluso con que el virus podía haber mutado a una variante más virulenta en este país, pero los ministros descartaron de plano esa posibilidad en la reunión, y en la rueda de prensa conjunta posterior.

Para explicar las diferencias, el ministro de Salud de Argentina, Jorge Manzur, explicó que en este país se notifican en forma obligatoria todo el conjunto de "enfermedades tipo influenza" y que actualmente se estima que 90 por ciento de los cuadros gripales son provocados por el virus A/H1N1.

Manzur señaló que cada año en Argentina la notificación de enfermedades tipo influenza es de más de 1,1 millones y el promedio de muertes por infecciones respiratorias agudas es de 18.000 al año. Sólo por complicaciones de la influenza estacional común, dijo, mueren cada año entre 4.000 y 4.500 personas.

"Nosotros no discriminamos una enfermedad pulmonar obstructiva crónica de los casos severos de gripe A, sino que la incorporamos en el total de influenza", precisó.

Los demás ministros no aclararon si en sus países la notificación de los registros de gripe A incorpora o no todos los casos de influenza.

Uruguay adoptó en junio la recomendación de la OMS de no proseguir el esfuerzo de analizar en laboratorio cada caso sospechoso y sólo estudia de esa forma los contagios en personas con riesgo, en los cuadros graves y en los fallecimientos por complicaciones respiratorias. La ministra de Salud, María Julia Muñoz, dijo la semana pasada que podía haber varios miles de contagios.

Esta semana, las autoridades uruguayas informaron que de todos los casos registrados en el país, 80 por ciento corresponderían a la influenza A, por lo que ésta ha reemplazado en buena medida a la gripe estacional.

La jefa de la División de Prevención y Control de las Enfermedades de Chile, Cecilia Morales, sostuvo que "no es que haya diferencias sustanciales en la forma de notificar y confirmar los casos" y pidió ir más allá de los números y adoptar "una mirada más cualitativa" de la pandemia, como sugiere la OPS para esta etapa.

Los ministros, según Manzur, intercambiaron diagnósticos de la pandemia, analizaron el patrón de conducta del virus "que es nuevo", remarcó, la provisión de antivirales y las posibilidades de acceso a la vacuna, que si bien podría aparecer pronto en el mercado, su producción está casi completamente "reservada", dijo.

En diálogo con IPS, el médico Javier Meritano, de la organización no gubernamental Médicos del Mundo, explicó que la curva ascendente de casos en la subregión se explica por la estación invernal. Mientras disminuyen los casos en Estados Unidos y México en primavera, en el sur del hemisferio, con la llegada del invierno, aumentan.

Meritano coincidió en la necesidad de poner los números en contexto, como pidió el ministro Manzur. El médico sostuvo que en Argentina se registra cada año una tasa de mortalidad "elevada" por influenza y también por otras afecciones respiratorias agudas como la bronquiolitis, que cobra la vida de 600 menores de dos años por año.

El médico admitió que lo nuevo en la actual epidemia son los fallecimientos de personas de entre 15 y 40 años, aparentemente sin antecedentes de enfermedades crónicas. En pocas horas los cuadros derivan en una infección respiratoria aguda y esos casos tienen mayor riesgo, explicó.

El médico consideró necesario destacar que en Chile "hay un sistema sanitario de prevención y promoción de la salud" que, estimó, podría explicar en parte el menor número de casos fatales en ese país.

En tanto, un sanitarista consultado por IPS que prefirió el anonimato, sostuvo que "el virus de la gripe A está ocupando el nicho ecológico de la influenza estacional". De ahí que consideró que el porcentaje de personas contagiadas y de muertos podría ser, a mediano plazo, asimilado al de la gripe común.(FIN/2009)


jueves, 9 de julio de 2009

Nuevos impactos de la crisis - 20/06/09


CONTRA LA POBREZA

Por Bernardo Kliksberg

400 mil niños adicionales pueden morir por pobreza este año por la crisis económica mundial causada por lo que Obama llama “la codicia desenfrenada” de decisores económicos claves en Wall Street y por el abandono por parte del Estado de sus funciones regulatorias básicas.

La crisis, que empezó siendo financiera, se transformó en macroeconómica -con decrecimientos inéditos del Producto Bruto a nivel mundial y la caída del comercio internacional- y se está convirtiendo en humanitaria. Entre sus impactos actuales:

1. Caída brutal del empleo. La tasa de desocupación americana se disparó al 9.4% en mayo 2009, la de Europa al 9.2. Suman más de 36 millones de desocupados. En América Latina hubo un millón de desocupados nuevos en el primer trimestre del 2009. CEPAL estima que el Producto Interno Bruto (PIB) puede caer este año en un 1.7%, y la OIT, que el desempleo puede superar los 19 millones. El derecho al “trabajo decente” ha desaparecido para amplios sectores de la población del planeta -y de la región- si se suman los desempleados, los subempleados, quienes han dejado de buscar trabajo y el paso de muchos trabajos a mercados informales sin protección ni regulación.

2. Hambre. El mundo puede proveer nutrición a una población mucho mayor a la actual. Pero la crisis y el aumento del precio de los alimentos ha llevado la cifra de desnutridos a más de 963 millones. En América Latina, que produce alimentos para tres veces su población, la desnutrición infantil es del 16%.

3. Mortalidad infantil. El 20 por ciento de los niños del mundo está desnutrido. Ello es clave en que más de 9 millones de niños pobres mueran anualmente. En América Latina 28 de cada 1000 niños no llegan a los 5 años, frente a Suecia donde son sólo 3.

4. Mortalidad materna. 500.000 madres mueren durante el embarazo o el parto. El 99% de ellas en países en desarrollo. En Latinoamérica perecen 89 cada 100.000 nacimientos, frente a 6 en Canadá. La cifra es una de las peores del mundo en las madres indígenas del Perú (más de 400). Mientras en Canadá el 100 por ciento de los partos son atendidos por personal capacitado, en Centroamérica es sólo el 54.5 por ciento.

5. Explosión de pobreza. Las personas por debajo de la pobreza extrema en el mundo superan los 1.200 millones, los pobres son más de 3000 millones. En América Latina por la crisis habrá no menos de 6 millones de nuevos pobres en el 2009.
6. Desigualdades. La ONU llama las altísimas desigualdades del planeta "grotescas". El 20% más rico de la población tiene más del 80% del producto bruto mundial, las inversiones y el comercio internacional y más del 90 por ciento del crédito. El 20% más pobre menos del 1%. En América Latina las profundas desigualdades en los ingresos, el acceso a bienes de capital, el crédito, a una educación de buena calidad, a la salud y, ahora, a las nuevas tecnologías son la base de las "trampas de pobreza" que mantienen sumergidos en la miseria a gruesos sectores de la población.

7. Xenofobias y racismos. La crisis está generando un ambiente social propicio para que grupos racistas y políticas públicas regresivas estimulen prácticas discriminatorias contra los 100 millones de inmigrantes que no tuvieron en los últimos años otra alternativa que irse de sus países para buscar trabajo. Una encuesta reciente de la Unión Europea en 27 de sus países mostró que el 94 por ciento de los 23 mil miembros de minorías entrevistados dicen que han sido objeto de discriminaciones. Encabezan la lista Italia y Hungría. Minorías como la gitana han sido objeto constante de la nueva ola de racismo. Grupos políticos antiinmigrantes terminan de lograr votaciones record en las recientes elecciones en el Parlamento Europeo.

Lo que suceda dependerá de lo que se haga. Se necesitan a nivel nacional agresivas políticas públicas, defender la inversión en educación y salud, apoyar las PYMES, dar crédito, responsabilidad social de la empresa privada. A nivel internacional, debe haber reformas de fondo a favor de las grandes mayorías excluidas.

No puede ser posible que dos millones de niños mueran anualmente en el mundo por neumonía porque sus familias no pudieron pagar los 27 centavos de dólar que cuesta el antibiótico necesario. No puede ser que un millón de niños mueran anualmente por malaria, porque no tienen un mosquitero, que vale cinco dólares. Tampoco es comprensible que en América Latina, emporio mundial en la producción de alimentos, subsistan las altas cifras de desnutrición crónica, que más de 60 millones de personas no tengan agua potable y que más de 120 millones carezcan de saneamiento sostenible.

La falta de ética ha sido central en el hundimiento de la economía mundial. El futuro exige construir economías con rostro humano.


(Origen: Agencia Télam)


domingo, 5 de julio de 2009

Influenza H1N1 (gripe “A”)




Declaran una pandemia

El 11 de junio del 2009, la Organización Mundial de la Salud (OMS) elevó el nivel de alerta mundial de pandemia a la Fase 6 en respuesta a la continua propagación global del virus de la nueva influenza tipo A (H1N1). La designación de la Fase 6 indica que se está presentando una pandemia global.

Más de 70 países están reportando ahora casos de infección humana con la nueva influenza H1N1. Este número ha ido en aumento en las últimas semanas, pero muchos de los casos reportados estaban relacionados con viajes o eran brotes localizados sin propagación en la comunidad. La designación de la OMS de la Fase 6 refleja el hecho de que en la actualidad se están presentando brotes continuos a nivel de la comunidad en múltiples lugares del mundo.

La decisión de la OMS de elevar el nivel de alerta pandémica a la Fase 6 es un reflejo de la propagación del virus, no de la gravedad de la enfermedad causada por el virus. En este momento no es muy claro qué tan grave o serio será este nuevo virus pandémico H1N1 en términos de cuántas personas infectadas tendrán complicaciones graves o morirán debido a la infección con este virus. La experiencia con este virus es limitada hasta el momento y la influenza es impredecible. No obstante, debido a que el H1N1 es un virus nuevo, muchas personas no tendrán inmunidad o esta será mínima, por lo que la enfermedad puede ser más grave y propagarse en forma más generalizada. Además, en la actualidad no hay una vacuna que proteja contra el virus nuevo H1N1.

En los Estados Unidos, la mayoría de las personas que se han enfermado con este recién declarado virus pandémico se han recuperado sin necesitar tratamiento médico. Sin embargo, los CDC (Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, EEUU) anticipan que en los próximos días y semanas habrá más casos, más hospitalizaciones y más muertes asociadas con esta pandemia. Además, este virus podría causar un número considerable de enfermedades asociadas con hospitalizaciones y muertes en el otoño y el invierno durante la temporada de influenza en los Estados Unidos.

Antecedentes

La nueva influenza A (H1N1) es un nuevo virus de la influenza de origen porcino que causó enfermedades por primera vez en México y los Estados Unidos en marzo y abril del 2009. Se cree que la nueva influenza A (H1N1) se transmite de la misma forma que la influenza estacional común, principalmente a través de la tos y los estornudos de las personas que están enfermas con el virus, pero también puede contagiarse al tocar objetos infectados y luego tocarse la boca y la nariz. Se ha reportado que la infección por el virus nuevo H1N1 causa una amplia variedad de síntomas similares a los de la influenza como fiebre, tos, dolor de garganta, dolores en el cuerpo, dolor de cabeza, escalofríos y fatiga. Además, muchas personas también han reportado náuseas, vómito o diarrea.

El primer caso de un paciente infectado por el virus nuevo H1N1 en los Estados Unidos fue confirmado por pruebas de laboratorio en los CDC el 15 de abril del 2009. El segundo paciente se confirmó el 17 de abril del 2009. Rápidamente se determinó que el virus se estaba propagando de persona a persona. El 22 de abril, los CDC activaron su Centro de Operaciones de Emergencia para coordinar una mejor respuesta de la salud pública. El 26 de abril del 2009, el gobierno de los Estados Unidos declaró una emergencia de salud pública y ha estado implementando en forma intensa y activa el plan nacional de respuesta a una pandemia.

Desde que se detectó por primera vez el brote, un número creciente de estados en los Estados Unidos ha reportado casos de la nueva influenza H1N1 asociados a hospitalizaciones y muertes. Para el 3 de junio del 2009, todos los 50 estados de los Estados Unidos, el Distrito de Columbia y Puerto Rico habían reportado casos de infección por la nueva influenza H1N1. Aunque los sistemas estadounidenses de vigilancia epidemiológica de la influenza indican que en este momento la actividad de la influenza en general está disminuyendo en EE. UU., en ciertas partes del país siguen ocurriendo brotes de nueva influenza H1N1 y en algunos casos se presentan con una actividad intensa.


Los CDC siguen monitoreando cuidadosamente la situación para apoyar la respuesta de salud pública y recoger información sobre este virus y sus características. En el Hemisferio Sur apenas está comenzando la temporada de la influenza y la experiencia que se adquiera ahí podrá proporcionar pistas valiosas de lo que podría ocurrir este otoño e invierno en el Hemisferio Norte
.


Videovigilancia urbana, el gran negocio de la invasión a la privacidad

En lo que va de 2009 se instalaron más de 10 mil cámaras de seguridad en todo el país


La instalación de una cámara con su programa correspondiente ronda los 15 mil pesos. Se calcula que hay unos 40 municipios que están por colocar sistemas en los próximos días. El argumento es que ayuda a combatir la inseguridad, aunque hay quienes sostienen que no está probada su eficacia.


Gonzalo Sánchez y Claudio Mardones

Crítica 05/07/2009

Si el precio que tenemos que pagar para vivir seguros consiste en aceptar que una cámara instalada en cualquier esquina registre nuestros actos privados –por más pública que sea la calle–, entonces habrá que asumir que el derecho a la intimidad se terminó para siempre. Pero también que las sociedades tecnológicamente controladas no son necesariamente las más seguras. Esta última línea, sin embargo, es la que prefieren ignorar intendentes del conurbano, jefes políticos, empresarios y gobernadores. Según datos de la Cámara Argentina de Seguridad Electrónica (CASEL) y otras firmas del sector, en lo que va de 2009 se instalaron más de diez mil videocámaras en espacios públicos de diferentes localidades y ciudades del interior del país. Pero el número podría quedarse corto porque las mismas fuentes aseguran que muchas de las contrataciones –que promedian los 400 mil pesos por municipio– se hacen en forma directa, es decir, sin licitación.

Como sea, y a tono con lo que ocurre en el Primer Mundo –en Londres 10.500 cámaras filman a toda hora como en un reality show, sin cortes, las conductas de la gente común–, la Argentina está en sintonía con las tendencias mundiales de seguridad urbana. Pero, ¿quién vigila a los que nos vigilan? La pregunta, como se verá, tiene respuestas divididas y poco claras. Pero mientras tanto la muletilla política sostiene que no se puede brindar seguridad sin información, y que para proceder primero es necesario reunir elementos visuales. Sólo así, piensan los funcionarios, es posible garantizar la integridad de las personas.

Eduardo Capelo, titular de CASEL, acepta que las cámaras operan como elemento disuasivo. “Pero no sólo sirven contra la inseguridad –aclara–, sino también para prestar otros servicios a la comunidad, como operar rápidamente en situaciones de accidentes o bloqueos de tránsito en caso de emergencias”.

Capelo continúa: “Promovemos que las instalaciones se produzcan por concurso público y también que se hagan de acuerdo con las reglas del buen arte, es decir, en armonía con el mobiliario urbano. Pero muchas veces el político quiere tenerlas con urgencia y lo termina haciendo alguien que no sabe”.

Los hábitos, mientras tanto, se modifican o se desarrollan bajo la órbita de un novedoso ojo avizor. Desde el 28 de mayo pasado, la rutina privada, individual, de una caminata desde casa al trabajo en plena ciudad de Buenos Aires un día cualquiera queda registrada por el flamante “Gran Hermano” de Mauricio Macri: un centro de monitoreo urbano operado por un equipo de 120 vigías que durante las 24 horas de la jornada, los 365 días del año, se dedican a observar. Desde una especie de Pentágono ubicado en el barrio de Barracas, el desarrollo de la normalidad es captado por una red de 170 cámaras de vigilancia instaladas en catorce parques y plazas, en las calles aledañas a la Plaza de Mayo, en la sede comunal de Bolívar 1, en los alrededores del Obelisco, del Distrito Tecnológico, en la plaza Naciones Unidas (al lado de la Facultad de Derecho de la UBA), en los ingresos a la villa 31 de Retiro y en las nuevas estaciones de las líneas de subte A, B y H.

Algo similar ocurre en los andenes y en el interior y el exterior de las estaciones de todos los ramales del Ferrocarril Mitre. Pero hay una particularidad: la información que difunden las cámaras puede ser chequeada online por cualquier persona que se tome el trabajo de tramitar un password en la página web del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación.

F
ue justamente su titular, Aníbal Fernández, el encargado de anunciar en marzo de 2008 la puesta en marcha del Programa Nacional de Seguridad Ciudadana, que implicó un desembolso de 400 millones de pesos para que distintas ciudades y municipios de la provincia de Buenos Aires y del interior invirtieran en tecnología preventiva. De esa caja se nutrieron entonces las empresas del rubro de la videoseguridad urbana y así proliferaron los negocios entre municipios y privados y así, sostiene la estadística, el sector creció.

La instalación de una cámara con su correspondiente software ronda los 15 mil pesos. Un sistema de monitoreo estándar tiene entre 120 y 150 grabadoras. Y la tendencia no muestra síntomas de girar a negativo, sino todo lo contrario. Capelo dice que todos los días se enteran de que alguna ciudad estrenó su equipo de vigilancia. “Debe haber en este momento unos cuarenta municipios en proceso de licitación”, señala.

Desde el año pasado, por ejemplo, los movimientos de todos los peatones que van y vienen por la zona céntrica de San Isidro son filmados por 120 cámaras que remiten imágenes directamente a una sala de situación ubicada en el edificio de la Municipalidad. Las autoridades comunales sostienen que, gracias a eso, por lo menos 25 sospechosos fueron detenidos en los últimos meses. Lo mismo ocurre en Vicente López, Ezeiza, Berazategui y Tigre, donde los funcionarios se jactan de haber obtenido el resultado que esperaban, una ecuación de trazo grueso que señala que a mayor cantidad de cámaras menor delito.

“A fines de 2007, cuando asumió Sergio Massa como intendente de Tigre, decidimos instalar las videocámaras y armar el centro de operaciones desde donde monitoreamos todo. Pusimos cámaras domo, que permiten giros de 360 grados y que graban las 24 horas del día. El resultado es que los delitos como asaltos, robos, hurtos, del año 2008 al 2009, bajaron entre un 30 y 40 por ciento”, dice Diego Santilli, secretario general de Gobierno de Tigre.

“Te doy ejemplos –agrega–. Cayó un avión cerca de la zona urbana de Tigre y, como lo vio una cámara de seguridad, todas las fuerzas pudieron ponerse en marcha y salir a apagar el incendio. En todas las localidades visualizamos, todo el tiempo, in fragantti a los delincuentes en el momento justo. Llegamos a captar cómo escondían un arma. A menudo vemos robos y respondemos rápido gracias a las cámaras. Y, además, te queda el archivo de imágenes, como para aportarle pruebas a la investigación policial”.

Santilli da con un tema clave: ¿Qué uso se hace de las imágenes grabadas? ¿Quién puede verlas? ¿Para qué?

La discusión es tan filosófica como global. Podría comenzar con Michel Foucault y su tesis sobre la mirada omnipresente del panóptico y las sociedades disciplinadas y controladas y terminar con esta declaración de Capelo: “En la cuadra de mi oficina hay una cámara y también ahí hay un hotel alojamiento. A muchos no les debe gustar que haya una filmadora justo ahí. Allí hay un debate muy interesante. En algunos casos se filma pero no se graba. Pero yo creo que la seguridad está en la grabación”.

Beatriz Busaniche es licenciada en Comunicación Social. Trabaja para la Fundación Vía Libre, una organización que se dedica a defender los derechos civiles en entornos de nuevas tecnologías. “Si contamos con que las cámaras están mayormente ubicadas en plazas y lugares de alta circulación –opina– pronto tendremos una base de datos enorme de las actividades de la gente que circula por ahí, incluyendo rostros y expresiones de activistas sociales, militantes, mujeres y niños que pasen regularmente por esos lugares. Pero no tenemos muy claro qué pasa con toda la información que se recopila, cuánto tiempo se mantiene, cómo se procesa, cómo se guarda, quién tiene acceso, con qué fines se realiza”.

Busaniche insiste (ver entrevista) en que no hay manera de vigilar a los vigiladores. Y enciende una luz amarilla sobre la utilización de esa base de datos. La discusión, por lo tanto, no arriba a un punto de acuerdo. Y mientras tanto, los municipios siguen minando de cámaras el paisaje urbano. Los pequeños vigías sofisticados avanzan sobre espacios semipúblicos como shoppings y escuelas y nuestros actos –privados, inofensivos, secretos, individuales– son grabados por alguien a quien no podemos visualizar. Eso sí, todo en pos –¿habrá que creerlo?– de nuestra total integridad.

“Una sociedad monitoreada es menos libre y democrática”

Beatriz Busaniche es licenciada en Ciencias de la Comunicación. Es también docente en Ciencias de la Comunicación de la UBA y trabaja para la Fundación Vía Libre, una organización que se dedica a defender los derechos civiles en entornos de nuevas tecnologías, con ejes de trabajo en acceso al conocimiento, software libre, derechos de autor, privacidad y en contra del voto electrónico.

–¿Cuáles son las principales razones de esta expansión y cuándo comenzó?

–Desde hace un tiempo a esta parte se ha instalado la idea de que a mayor vigilancia, mayor seguridad. En los EE.UU. ya se usaban estos sistemas desde hace mucho, pero fueron los atentados de 11 de septiembre los que impulsaron la doctrina de la seguridad y, en consecuencia, un grado nunca antes visto de intromisión en la vida privada de las personas. Los atentados en los subterráneos de Londres y los trenes de Madrid terminaron de reforzar la doctrina de la seguridad en el viejo continente. En la Argentina, fue la movida que se ubicó detrás del “no ingeniero” Blumberg la que sembró está avanzada.

–¿Cuántos aparatos de este tipo hay en la Argentina?

–Es imposible saberlo. Macri inauguró justo antes de las elecciones un centro de monitoreo con 170 cámaras. También hay que evaluar la cantidad de cámaras privadas que hay. Si empezamos a observar, es impresionante la cantidad de edificios privados que tienen cámaras filmando la calle. Contando las iniciativas públicas y los sistemas de vigilancia privados, es imposible estimar un número.

–¿Cuáles son las consecuencias del mayor control social?

–Uno de los problemas es justamente que hoy en día no tenemos manera de evaluar las consecuencias de establecer una sociedad masivamente controlada. Sí sabemos, a partir de estudios realizados en los EE.UU. y en Inglaterra, que la instalación de estos sistemas tiene un impacto muy bajo en la prevención del delito y en la tasa de criminalidad. En Londres, un ciudadano promedio que hace su vida normal será filmado 300 veces en un día. Alguien podrá trazar sus recorridos, establecer sus pautas de conducta, verificar incluso pautas de consumo, establecer redes de relaciones sociales. Puede sonar a paranoia, lo sé, pero imaginen una ciudad sitiada de cámaras de este tipo en los tiempos que se vivieron en la década del 70 en la Argentina. ¿Cuánta más gente habría desaparecido si las fuerzas de seguridad hubieran contado con dispositivos de esta naturaleza? Una consecuencia muy sutil es el acostumbramiento de la sociedad a ser vigilada. Yo no quiero que me vigilen, no quiero acostumbrarme a eso. Sobre todo si la razón por la que dicen que lo hacen (prevenir el delito, ofrecer seguridad) no está corroborada en lo más mínimo.

–¿Por qué las cámaras no logran reducir el delito?

–Es difícil decir por qué, pero hay varias cuestiones que suenan bastante a sentido común. Cory Doctorow, en su libro Content incluye un ensayo sobre las cámaras londinenses (él vive en Londres) donde justamente habla de que las cámaras no sirven para disuadir a alguien que ya no tiene nada que perder. Alguien que ha llegado a ser un consumidor asiduo de paco y sale a robar billeteras para comprar más paco no es una persona que tenga mucha oportunidad de tomar decisiones racionales para su vida.

Difícilmente logremos disuadir a un chico de hacer esto con las cámaras.

–¿Por qué te parece que hay que oponerse y evitar el crecimiento de los circuitos de filmación?

–Por esto que decía de que una sociedad monitoreada, controlada, es una sociedad menos libre y, en definitiva, menos democrática.

–Un pronóstico: ¿cómo podría evaluar el presente y el futuro de la privacidad en la Argentina? ¿Y en el mundo?


–El pronóstico es bastante sombrío por múltiples razones, pero la principal es la incorporación acrítica de tecnologías de vigilancia y la escasa discusión, casi nula discusión diría, sobre las implicancias.